viernes, 27 de julio de 2007

9ª PARTE

9º PARTE


Continuación de la comparecencia del superviviente 95.628

Se transcribe:

Mientras nuestros invitados forzosos se recuperaban, en la cubierta del velero de lo agitado de su huida, observamos lo que ocurría con los otros ocupantes del autobús.

Los, ya cientos, de apestosos que rodeaban el vehículo, lo golpeaban y zarandeaban sin descanso. Algunos de ellos, incluso eran capaces de trepar, por encima de los demás, agarrando los pies de los vivos que aguantaban. Otros se habían introducido dentro del bus, y sus putrefactas zarpas asomaban, a través de las salidas de emergencia.


Los desafortunados que quedaban en aquel techo, estaban sentenciados, repelían a tiros a los no muertos que conseguían acercarse más. Uno de aquellos infelices, fue derribado y arrastrado al mar de fauces y garras, siendo despedazado en décimas de segundo, como si de una inmensa trituradora humana se tratase.



Supongo que los demás tomaron la decisión al ver lo que había pasado con su compañero, suicidándose uno a uno. Un fogonazo de pólvora, fue la única vía de escape al averno pandémico en que se ha convertido nuestra existencia.


Los dos que aún quedaban en lo alto del tejado, tardaron un poco más, pero tomaron la misma decisión que el resto.



Abatidos, guardamos silencio un par de horas. Después, tuvimos una larga charla… Juan José, que era el que nos había encañonado, Carla y Toño, resultaron ser supervivientes del punto seguro de Pontevedra y nos contaron como había caído la ciudad.



En el este y norte de la ciudad la defensa fue relativamente sencilla. El Río Lérez proporcionaba una barrera natural contra los no muertos, pero el resto de la ciudad era otra historia, con calles estrechas y un gran arco de territorio para defender... la cosa se complicó mucho.


Se usó de todo para formar barricadas, una y otra vez se rechazaron oleadas de fétidos, que acudían sistemáticamente a la llamada de la carne viva.


Nos contaron, como comenzaron haciendo controles a los refugiados, que constantemente, acudían al punto seguro. Pero eran tantos miles, que pronto se volvió totalmente imposible establecer protocolos de cuarentena. Comenzaron a tener tantos casos de infección dentro, que tenían que utilizar la mitad de las fuerzas de seguridad en el control interno del punto seguro. Pronto, el abastecimiento se colapsó, escaseando la munición para mantener a raya a los apestosos, las raciones no llegaban y los que tenían comida la guardaban como oro en paño y los que no la tenían, llegaban a matar para conseguirla.


En contra de lo que habían dicho en un principio, aquello no fue una situación temporal de unos días y las informaciones que llegaban de otros puntos seguros, era igual o peor.


El mando militar decidió, entonces, replegarse a Vigo, concentrando allí las defensas. A pesar de que se dijo que se evacuarían, en vehículos militares, a las mujeres y niños, los sobornos y las influencias hicieron aparición. Los problemas de orden público fueron en aumento, llegando incluso, a linchamientos. Los militares invitaron a todo aquel que pudiese hacerse con algún transporte a seguirles hasta Vigo, en una improvisada caravana. Tan mal organizada, que lo que se consiguió fue crear un monumental atasco, una línea de varios kilómetros de coches, totalmente indefendible en su longitud. Según nos contaron, aquella caravana fue una auténtica masacre.



Nuestros nuevos amigos habían conseguido subirse a un autobús, que durante todo aquel tiempo había servido de barricada. Juan josé y Toño formaban parte del cuerpo de policía local, y habían estado defendiendo el puente sobre el Lérez del Burgo. Cuando les llegaron noticias de que la salida hacia Vigo estaba colapsada y la gente se estaba matando por hacerse con un barco en el embarcadero fluvial, decidieron hacerse con el autobús e intentar llegar a Sanxenxo por tierra. Toño, vivía en Sanxenxo y sabía que habían quedado muchos barcos abandonados, en ellos, tenían pensado llegar hasta Vigo.


Se pasaron toda la noche abriéndose paso en la carretera. Durante el viaja se encontraron con muchos accidentes, cada vez que tenían que bajarse del autobús para despejar la carretera perdían a varios compañeros. Esos engendros les salían al paso en cualquier sitio. Tardaron toda la noche en un recorrido de apenas treinta minutos.


Hasta que llegaron al puerto…allí como ya sabemos, fue incluso peor. Según me contaron, de casi cuarenta personas que habían salido de Pontevedra en aquel cacharro, solo quedaban ellos tres.


(funcionario): ¿no les recriminaron por no intentar ayudarles desde un principio?


No, durante la conversación con ellos todos nos relajamos mucho, inmediatamente bajaron su arma. También ellos corrieron por su vida en lugar de ayudar a sus amigos.. las cosas estaban así de crudas, no era nuestra culpa solo era superviviencia.


Entre todos, decidimos que ellos se quedarían con uno de los barcos que habíamos sacado del muelle, el otro me lo quedé yo. Repartimos, entre todos, los suministros que habíamos logrado rapiñar.


Nuestros nuevos amigos dudaron en un principio entre dirigirse a Vigo o quedarse con nosotros. Al final, como tenían víveres, optaron por no enfrentarse al mar abierto y quedarse con nosotros. Supongo, que al igual que nosotros, habían perdido la confianza en los puntos seguros después de la matanza de Pontevedra.


(funcionario) ¿No regresaron para buscar más víveres?


Fondeamos a pocos metros de la boca de la dársena, durante diez días más, esperando nuestra oportunidad de regresar a tierra en busca de más víveres, pero aquellas alimañas nos olían en la distancia y no se alejaban del puerto.


Por la radio, escuchamos que en Vigo las cosas se estaban poniendo feas, ya se había dado el aviso de que no se admitían más refugiados e informaban sobre disturbios constantes. Nos dimos cuenta, entonces, que había sido una buena idea no dirigirse allí. Pero también teníamos claro, que algo teníamos que hacer…y lo hicimos…claro que lo hicimos.

(funcionario) Se nos acabó el tiempo …hasta mañana

hasta mañana.
Conste y certifico.

En Tenerife 31/03/0012

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